El Cazador de Sueños


El espejo del Mar
Capitulo VIII
El cazador de sueños


Aquella noche de noviembre, bajo una lluvia de tormenta y relámpagos, donde el frío asomaba el despertar de aquellos sin nombre, se aclamo en llanto, compartiendo en suspiros silenciosos pausados y pequeños; donde una voz tenue salía en la oscuridad—¡Manuel!...¡Manuel!...¡Manuel!….los ruidos en las paredes se incrementan cada vez más. Su corazón latía más rápido, su rostro empezaba a sudar y sin duda sus ojos humedecidos, miraban aquel crucifijo puesto en la pared; sus rodillas no aguantaron y se doblegaron ante él; sus manos temblorosas y frías, poco a poco su mirada se fijo en una mesa donde estaba un rosario, lo tomo y apretando fuertemente, bajó su cabeza y entré dientes se escuchaba decir:
---¡Padre, padre….no nos deje en la oscuridad, permítame decirle todo gira en tu torno, en tus manos descansan las lágrimas de aquellos que te ruegan, sin remedio te acuden sabiendo que todo tiene un propósito. ¡OH! alabado sea tu nombre

¡Sanctus, Sanctus Dominus Deus Sabaoth.
Pleni sunt caeli et terra gloria tua.
Hosanna in excelsis. Benedictus...!

Las mil batallas se ganan con el corazón, no con la violencia y os permitirá expresar que todo tiene un final en vuestra vida y vuestras almas descansan en tus brazos en un mar de vanas fantasías quedando aquellas lagunas de memorias perdidas en tu ser. ¿No?, ¡no!..., no estoy listo para dejar este mundo, no me permita que me lleve, en tu gloria ha de venir en los confines de vastos horizontes llenos de sabiduría. Soy tu siervo que calla en la luna roja de tu poder, queriendo transportar en mi corazón el alma llena de bondad os quitara el ultimo aliento por ti y por mi, caerán el olvido mi corazón lleno de llamas ardientes de tu pena.
Llorad ante mí, aquel pensamiento impuro. ¡Rezad!, ante mí, el perdón eterno, no me quite la felicidad de quererte, y, toma mis ojos, date cuenta que vine de muy lejos, de una estrella desconocida, en lo profundo tus ojos verdes a la iluminidad de tu ser me has perdido, dejad ante mi.

“Como un ángel viniste
Opacando la vida
A lo largo de la noche?
El silencio es mi alma
Y mi alma es tuya
Viniste desde la oscuridad
Y me quitaste el aliento
Oh maldito
Pensamiento que no deja
De recordarte,
Dejaste la huella
¡Perdón, perdón
!

Son pocas palabras que me quistaste, desencadenaste la pasión que hay dentro de mí y rompiste el último aliento, y, me preguntaré por qué me enamoré de ti, no lo se….todavía.

Comentarios

Entradas populares