La leyenda de la estrella fugaz.
Cuenta la leyenda que si al ver una estrella fugaz cierras los ojos y pides un deseo, con todas las fuerzas de tu corazón, este te será concedido. Al menos eso era lo que todas las chicas del pueblo decían, yo no creo en esas cosas, pienso qué es muy infantil creer que una estrella pueda conceder lo que tú corazón más desea.
Pero qué se podía hacer no había nada más que hacer que soñar; mirar las estrellas en busca de aquella que concedería tu deseo, que absurdo, habiendo tantas cosas reales en que ocuparse. Pero que podía opinar yo si solo soy un estilista que debe de escuchar las tonterías de niñas bobas que solo saben hablar... ¡Blah, blah, blah!
¿No pueden cerrar el pico?,- ¿¡no ven que estoy tratando de trabajar!?.-¡ Ahhh! maldición a veces pienso en... No, no debo dejar que mi irá se salga de control; debo contenerla y sonreír, vuelvo a respirar profundo y esperé hasta la noche para poder ir a las montañas a observar el paisaje del pueblo, perdido entre la blanca nieve y las auroras boreales, es tan hermoso tan real y me llena de calma, pues cuando eres estilista tu día siempre está lleno de intensidad, el día siempre es agitado, sobre todo cuando estás solo, las mujeres solo te hablan por qué necesitan de ti, los hombres te miran con burla pues que hace un hombre como yo cortando cabellos de mujer.
Jamás he respondido a las burlas, ni a los falsos amigos, solo busco alguién con quien compartir mi mundo, pero por una extraña razón todos se alejan de mí. Será qué... Si pido un deseo a una estrella solo por esta vez. ¿Me podrá conceder lo que más deseo? .¿Pero cómo?. Si nunca he visto una. Suspiré pues la nostalgia se apoderó de mí y me recosté en el campo blanco, era frío pero, mi corazón también lo era.
Miré al cielo de pronto, ¡oh! ¡que ven mis ojos! Una lluvia de estrellas, está es mi oportunidad, nadie está aquí solo yo y la noche azul, es el momento. Cerré los ojos y deseé una compañera para que estuviera conmigo, en mi soledad y jure que la amaría al instante en que me cruzará con ella, me quedé dormido pensando en que había cometido un error. ¿Yo le pedí un deseo a una estrella? que tonto de mi parte.
Desperté a la mañana siguiente, me exalte, pues al lado de mí se encontraba una chica de cabello rubio muy largo, su piel blanca como la nieve, sus ojos azules brillantes como el resplandor de la luna y su cuerpo era como un valle, era la mujer de mis sueños estaba junto a mi.
Me levanté y le pregunté quién era y me respondió que estaba asustada pues no sabía dónde estaba, me quedé pensando y solo pude decirle "mucho gusto, soy Seiya". Ella sonrió y me siguió contando, había estado vagando en el pueblo pidiendo indicaciones, pues quería llegar a los valles centrales, pero nadie la ayudó.
La gente era muy grosera, decía la hermosa chica aferrándose a mi cuerpo, ella estaba fría igual que yo, decidí llevarla a mi casa, era de esperarse están tan frío, pasé toda la noche en el exterior y en invierno que tonto, pude haber muerto.
Cuando llegamos al pueblo la misma gente estaba ahí solo que esta vez nadie me saludo, ni se burló de mí, era como si fuese invisible; agradecía a Dios qué por fin pasara desapercibido y la chica decía...
- ¡Lo vez! Son unos groseros ni si quiera regresan a ver.
Se veía tan enojada, llegamos a mi casa y ella se dio un baño caliente, yo quería esperar a que ella se bañara pero me invito a compartir el baño con ella; me enrede en una toalla y entre la tina, ella estaba completamente desnuda, mi cuerpo reacciono a su desnudez.
Ella se coloco frente a mi, sus hermosos senos estaban frente a mi cara, al alcance de mis manos, podía sentir su aliento; mi corazón latía fuerte ella seguía fría y yo también, al sentirla tan cerca no pude resistir y comencé a tocarla, ella se acerco más y más, o me volvía loco por poseerla entonces ella dijo:
- Tómame por favor, hazme tuya.
No lo pensé dos veces y la hice mía, ella gemía de placer y yo me volvía loco con cada suspiro de ella, no podía creer que una mujer así me permitiese amarla de esa manera, ella pedía más y más y yo con gusto le daba lo que ella pedía, ella comenzó a gritar mi nombre Seiya decía entre sus gemidos. Ambos terminamos exhaustos. La recosté en mi cama y la bese.
- Te amo Seiya.– Dijo mirándome a los ojos.
Correspondí ese te amo, aunque no pude decir su nombre. Me quedé pensando, no se lo pregunté, así que baje mi mirada y justo le iba a preguntar cuando lo dijo.
- Serena! Mi nombre es Serena. -
Entonces sonreí y le dije "te amo Serena", era ilógico pues la conocí está mañana y de una forma extraña. Pasaron los días, dejé de abrir el salón solo por estar con ella; amándola con locura, disfrutando de su cuerpo y su compañía. Hasta que se terminaron loa víveres y tuve que salir a comprar, ella insistió en acompañarme y yo acepté pues no quería separarme de mi amada Serena ni un segundo.
Cuando salimos al pueblo a comprar los víveres, escuché a las mismas chicas que atendía en mi salón llorar, pues decían ya no tenían quien les arreglará el cabello, las uñas y todas esas frivolidades femeninas. Yo me reía pues no se habían dado cuenta que yo estaba tras suyo, hasta que escuche lo que decían.
- Que lástima que este muerto - dijo una chica de cabello negro.
- Sí... Es una pena era el mejor estilista, siempre dispuesto a escuchar a sus clientas - dijo una rubia de un moño rojo en su cabello.
- Lástima que se perdió en la tormenta de nieve que hubo hace una semana, pobre chico. - dijo con tristeza un peliazul de cabello corto.
- Dicen que encontraron su cuerpo y lo enterraron ayer, ahí mismo en el lugar donde hace cinco años murió nuestra amiga Serena - dijo una castaña.
Me quedé helado y salí corriendo hacia las montañas, Serena corrió detrás de mí, cuando llegamos al lugar no podía creer lo que veían mis ojos una lápida con mi nombre, ya casi enterrada por la nieve muy cerca de otra lápida, la limpie un poco y ahí estaba el nombre de ella.
Serena me tomó del hombro - Hace cinco años yo morí aquí, venia aquí porqué me gustaba estar sola y admiraba la belleza del pueblo desde este lugar, cómo tú... Y cómo tú tampoco creía en que las estrellas podían conceder deseos, hasta que vi una lluvia de estrellas fugaces y por curiosidad pedí que el amor llegará a mi vida y que lo reconociera en cuanto lo viera. Después una tormenta de nieve cayó y no pude regresar a casa morí de frío. Mi alma no descansó, no podía soportar haber muerto sin amar. Vague mucho tiempo Seiya, hasta que te encontré; pidiéndole a las estrellas un deseo, entonces supe que tú eras para mí, y ahora estaremos juntos por la eternidad.
Escuchar el relato de mi amada lleno de miedo mi corazón, el saberme muerto, fue impactante, yo era tan joven... Pero, al ver qué en la muerte había encontrado lo que más anhelé me sentí en paz. Y entonces abracé a mi amada Serena y nos besamos en el lugar donde yacía nuestros cuerpos muertos. Nos acostamos en la nieve ya no sentíamos frío, al fin estamos en paz. Su cuerpo daba calor al igual que el mío. Fue cuando supe que las estrellas fugaces si conceden deseos, pero ya no podía decirlo a nadie. Solo me quedaba ser feliz al lado de mi amada Serena, por toda la eternidad.
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